En el desierto del Valle del Mezquital que pertenece al
Estado de Hidalgo, hay un cerro pelado y muy seco donde vivían: un maguey , una
lechuguilla, un mezquite, un nopal, un órgano, una sávila, una biznaga... y un
montón de piedras.Un día, Don José Nixta con su familia y sus animales
decidieron irse a vivir a ese cerro, Ángela su esposa, Gabino y Ana sus hijos,
el Viejo Don Silverio su papá, Muñeca la mula, y sus dos gallinas de nombre
Abada y la Polaca, se fueron para allá.
Don José sabía que la vida en el desierto era muy dura. Al
llegar castró el maguey y le sacó el "aguamiel" para tomársela, pues
todos tenían mucha sed. Con el aguamiel también hicieron pulque fresco. Para
quitarle la sed a Muñeca, le partieron una gran y jugosa biznaga que se comió
tranquila y feliz mientras se espantaba las moscas con la cola.
Pronto calmaron su sed, así que entre todos, trabajando duro
y con paciencia cortaron muchísimos órganos, con los que construyeron las
paredes de su casa. Don José estaba satisfecho pues se dio cuenta que la vida
en el desierto le regalaba sorpresas y aprendizajes sumamente útiles. Con
muchas pencas de maguey Don José y Don Silverio construyeron el techo de su
casa. Como les sobraron algunas pencas, hicieron el horno para cocinar una rica
barbacoa con Abada y la Polaca.
Cuando Ana, la hija de Don José fue a traer el machete, se
raspó y su mamá la curó con un pedacito de penca de sávila, Doña Ángela sabía
mucho de cómo curar con plantas diferentes enfermedades. El abuelo Don Silverio
se fue a buscar chamues, son un tipo de insectos que viven en los mezquites y
sirven para hacer salsa. A muñeca la amarró a la sombra del arbolito para que
comiera hojas y vainas frescas.
Mientras tanto, Doña Ángela cortó una lechugilla. Trabajándola
hasta la noche hizo una escobilla que necesitaba para lavar ollas y como le
sobró lechuguilla, también hizo un costal y dos lazos.
Una grata sorpresa llegó a la casa de Don José: ¡pronto
habría fiesta en la comunidad! Don Silverios fue a sacar un enorme maguey, pues
con la raíz haría un tambor. Con los gusanos que estaban en el maguey, hicieron
un exquisito guiso. Mandaron a Gabino a sacar un pedazo de la raíz del
mezquite, con ella hicieron una hermosa chirimía para tocarla junto con el tambor
en la fiesta del pueblo.
A la mañana siguiente, muy tempranito, Gabino, Ana y Muñeca
fueron a cortar las tunas que estaban más dulces y rojas. También cortaron
nopales tiernos para que su mamá los cocinara con chile y frijoles. Regresaron
con Muñeca bien cargada de tunas y nopales. Como hacía mucho calor, le dieron a
la Mula pedazos de garambullo muy ricos
y refrescantes. Toda la familia fue a la fiesta, su tambor, la chirimía y el
guiso de nopales resultaron un éxito.
Con el tiempo la casa de la familia de Don José iba
mejorando. Un día le hicieron un muro de piedra y lo pintaron con cal, el
abuelo le puso baba de nopal para hacer la pintura más resistente. Doña Ángela
fue a cortar un gran quiote que le había salido a un maguey. Sus flores que
también las llama galumbos saben muy ricas, por eso las guisó. Con la penca de
la flor prepararon dulce.
Los domingos, les gustaba bañarse en el río. Durante el
largo camino cortaban lechuguilla con lo que hacían unos buenos zacates y su
pulpa les servía como jabón. Tenían todo para darse un delicioso baño, que sin
duda gozaban mucho. Un domingo al mirar a su alrededor Don José sintió que era
muy feliz viviendo allí con su familia, pues habían llegado a conocer la gran
riqueza que les daban las plantas y animales del desierto.
Relato ñähñu