Me levantaré sin esperar que
apoye las rodillas en la tierra, antes que arrecie esta llovizna. Ni siquiera
recordaré mi propia herida, sólo Ana importará. Llegar, encontrarla viva aún.
Estoy seguro que tendré fuerzas para cargarla hasta el balneario, allí habrá
algún auto que pueda llevarla al hospital, quizá un médico de esos que siempre
tienen esperanzas. Cruzaré la palizada de un solo salto, los bejucos para no
caer al río... Sí, se salvará. Pienso, ese argumento ontológico de presentirla
viva fuera de mi mente. Volverá a ser la misma y le contaré toda la verdad
aunque no me crea y se ría de mí... Ojalá y se ría de mí. Le contaré todo: mi
familia, mi compromiso, lo que hay de cierto en el polvo de sapo, el cáncer en
los huesos que sí la matará... todo, hasta que enamorarla es tan ilegal como
las cosas que esperaba de mí, como subirse al ómnibus por la puerta trasera o
traficar con cocaína. Diré todo excepto lo que irremediablemente la haría dejar
de quererme. No diré nada de las veces que inventé historias para hacerla soñar
despierta y le mentí por vanidad, porque yo nunca estuve en París.
tomado de Enamorarse de Ana.